La historia del «Togo» de Michel Ducaroy

Icónico, legendario, único son algunas de las palabras que definen al sofá Togo de Michel Ducaroy, un símbolo del diseño desde los años setenta. Su popularidad no ha hecho más que crecer con el paso del tiempo, conquistando tanto a coleccionistas como a amantes del diseño. Su permanencia en el mercado durante casi cinco décadas es fiel reflejo del amor incondicional por esta pieza emblemática.
Acerca de Michel Ducaroy
El artista francés Michel Ducaroy nació en 1925 en el seno de una familia de diseñadores. No es de extrañar, que el joven Michel decidiera estudiar Escultura en la École Nationale Supérieure des Beaux-Arts de Lyon; institución que influirá enormemente en su obra y en su forma.
Trabajó en el negocio familiar durante años, hasta que en 1952 decidió cambiar de rumbo e iniciar su carrera como diseñador independiente. Sólo dos años después, Ducaroy conoció a Jean Roset, de la famosa marca francesa de muebles Ligne Roset; convirtiéndose en el jefe del departamento de diseño. Con la aparición de nuevos materiales en los años 60 y 70- como la espuma, los plásticos termoformados y la guata- empezó a desafiar los límites tecnológicos de la época y a explorar creaciones nunca pensadas.
Así fue como antes del «Togo», Ducaroy ya había producido otros diseños revolucionarios, como el «Adria», el “Kandy” y el «Salina», sin saber que su siguiente pieza se convertiría en una de los más emblemáticas del siglo XX.
1973: nace el sofá Togo.
El togo nació de la mera observación de un objeto tan cotidiano como un tubo de pasta de dientes. En palabras del propio Ducaroy, su diseño se basaba en “un tubo de dentífrico doblado sobre sí mismo como un tubo de chimenea, que se cerraba en ambos extremos”.
El Togo está construido con 3 densidades de espuma diferentes y se confecciona a mano a partir de 8 piezas distintas de tejido. El acabado en piel es la versión más extendida para esta joya de silueta abotonada, pero se puede elegir entre 899 colores diferentes de telas y cueros.
Esta pieza, considera de culto en la actualidad, se presentó en la feria Home Economics de 1973, donde fue recibida con escepticismo y crítica. Su aspecto se comparaba con el de un «recién nacido arrugado», o con las «arrugas de un perro Shar-Pei». «Lo que más chocó fue que no tuviera base», recuerda Antoine Roset, actual director de marketing de Ligne Roset y tataranieto del fundador. «La gente pensaba que nos habíamos olvidado de ella o que no habíamos tenido tiempo de construir una». Sin embargo, Ducaroy logró inspirar a los organizadores de la feria lo suficiente como para que le otorgaran el premio René Gabriel al Mueble Innovador y Democrático.
Cincuenta años después, el Togo se sigue fabricando y es uno de los productos estrella de Ligne Roset. Se estima que, hasta la fecha, se han vendido más de 1,2 millones en 72 países. Nacido del escepticismo y la transgresión formal, el Togo demuestra que los diseños que se atreven a romper las normas son, a menudo, los que definen una época.