Can Bau
«Recuerdo las risas y las travesuras. Recuerdo las mañanas de piscina, las tardes de bici y las noches de conversaciones sin fin». Un proyecto en colaboración con Paloma Bau Studio».
«Recuerdo las risas y las travesuras. Recuerdo las mañanas de piscina, las tardes de bici y las noches de conversaciones sin fin». Un proyecto en colaboración con Paloma Bau Studio».
El verano es un lugar en el que te sientes libre.
Un lugar donde los ruidos frenéticos se transforman en cantos de pájaros, las olas rompen en la orilla y las risas de los niños se escuchan por las esquinas. Un lugar en el que hacer y no pensar. Un lugar lleno de primeras veces.



Es precisamente en ese lugar donde encontramos las razones por las que los propietarios eligieron Moraira, un pueblo con encanto de la Costa Blanca, para ubicar su residencia de verano.


Aquí se erige Can Bau.
Una residencia estival pensada por Paloma Bau Studio y Viraje para albergar a tres familias y nueve miembros. Un espacio de encuentro donde vivir el momento; el aquí y el ahora.
Su diseño carece de ornamentos, tan solo pureza, silencio y emoción. Materiales sencillos, pero sólidos. Barro cocido, hormigón, piedra y cañizo. Tonos blancos y arena, muebles neutros y texturas naturales que se pueden tocar y sentir.



El pavimento continuo
se transforma en hilo conductor e invita a iniciar el viaje por una casa sin jerarquías donde todo se comparte.


La vivienda se desarrolla en una única altura con dos áreas diferenciadas.
La zona de noche alberga tres habitaciones dobles en suite y un dormitorio exclusivo para niños. La zona de día es un espacio abierto que aúna salón, cocina, porche y piscina, y que favorece la flexibilidad y la democratización de cada uno de los espacios.









La casa se compone de apenas tres materiales que actúan de telón de fondo:
el pavimento continuo, el revestimiento- también continuo- y la piedra. En el interior, los paramentos verticales se revisten de mortero a la cal. Para el mobiliario de cocina, lavabos y barbacoa se recurre a un microcemento en tonalidades blancas.






El resultado es delicado, singular y tranquilo.
Un refugio que apela a sensaciones de holismo, calidez, calma y pertenencia. Porque lo importante en Can Bau no es el cómo o el dónde, si no el con quién.


