Ricardo Bofill: vida y obra del arquitecto catalán
Ricardo Bofill Leví, uno de los grandes arquitectos contemporáneos españoles, es y será recordado por sus gigantescos- y a menudo polémicos- proyectos de viviendas entre los años setenta y ochenta. Durante sus más de seis décadas de carrera, dejó huella en todo el mundo. Desde su Cataluña natal hasta China, pasando por Rusia, Estados Unidos, India y el norte de África.
Nacido en Barcelona en 1939, Bofill fue un exitoso hombre de negocios, así como emprendedor, descubridor de talentos y líder de equipos. Era La figura ideal que sabía exactamente cómo hablar con clientes y políticos. Estas prácticas habilidades sociales las aprendió, sin duda, de su padre, arquitecto y constructor que trabajó con figuras como José Luis Sert y Antonio Bonet. Bofill, en consecuencia, «tuvo la ventaja de poder empezar a proyectar muy joven», como recordaba él mismo en una entrevista en 2020. En efecto, con tan sólo 19 años y aún estudiante en Ginebra – había sido expulsado de la Universidad de Barcelona por sus vínculos con el Partido Comunista de Cataluña- comenzó su primer proyecto: una casa familiar en Ibiza.
En 1963 volvió a Barcelona y fundó el reconocido Taller de Arquitectura (rebautizado más tarde como Ricardo Bofill Taller de Arquitectura). Allí, además de diseñar sofisticados edificios de apartamentos, empezó a trabajar en la proyección de un barrio entero, el Barrio Gaudí de Reus (1968). El proyecto, que pretendía ser una alternativa a los entonces omnipresentes bloques «corbusianos» que Bofill tachaba de «cementerios vivientes», adoptó la forma de un rompecabezas tridimensional de 2.000 viviendas.
A éstas se accedía a través de múltiples patios, pasarelas y puentes peatonales, y llamaba la atención por su toque de color al estilo Barragán. Inspirado también en los grandes como Frank Lloyd Wright, Louis Kahn, Alvar Aalto, Archigram y los Metabolistas japoneses, el Barrio Gaudí se terminó en 1968 y fue el precursor de una serie de proyectos similares en España, entre ellos el Castillo de Kafka (Sant Pere de 1968) y la Muralla Roja (Calpe, 1973).
Mientras tanto en el Taller no sólo se empleaba a arquitectos -entre los que destaca el brillante Manuel Núñez Yanowsky-, sino también a psiquiatras, filósofos, matemáticos y poetas.
«Sentía que la arquitectura debía abrirse a otras disciplinas», explicaba Bofill.
Este pensamiento más moderno y avanzado fue revolucionario para la España franquista de la época. El conjunto de viviendas Ciudad en el Espacio de 1970, un sistema modular basado en la combinación de volúmenes cúbicos que el Taller proyectó para el barrio madrileño de Moratalaz, fue paralizado por el alcalde de la ciudad, momento en el que, según Bofill, le hicieron entender que ya no podía trabajar más en España.
Uno de sus proyectos más conocidos, Walden 7 (1970-75), un trozo de la Ciudad en el Espacio trasladado a los suburbios de Barcelona, sólo se terminó- dice- porque lo hizo todo él mismo: «Fui el arquitecto, el promotor y el contratista». Inspirada en parte en las casbas magrebíes, este edificio apila una combinación matemática de módulos de 30 metros cuadrados en 14 plantas, con el fin de contrarrestar los caprichos del mercado inmobiliario: «La idea era poder unir varios módulos horizontal y verticalmente según las diferentes necesidades».
En 1971, ante la hostilidad creciente en España, Bofill aceptó un nuevo reto en Francia. Buscando referencias en el genius loci, experimentó inicialmente con el gótico francés -la Petite Cathédrale (1971), aún sin construir – antes de decantarse por su característico clasicismo. Cuando le pidieron construir complejos residenciales a gran escala con un presupuesto de vivienda social, optó por la construcción industrial prefabricada de hormigón, una especialidad francesa de la época. «Para mí, la prefabricación conllevaba esta especie de clasicismo moderno. Cuando haces una pieza que tiene que repetirse 500 veces, debe ser característica y estar muy bien diseñada. Eso fue lo que, en el contexto de un país conocido por sus jardines paisajísticos formales, nos llevó a desarrollar un sistema de geometría clásica». Afuera quedaron las casbas compactas para dar paso a las plazas grandilocuentes y a los ejes inspirados por el matemático John Forbes Nash.
De los muchos proyectos de viviendas francesas del Taller, el más conocido es Les Espaces d’Abraxas (Noisy-le-Grand, 1978-83), un panóptico de mil ojos que ha disfrutado de una exitosa carrera en la pantalla como representante de la distopía. No debemos concluir sin olvidar Les Arcades du Lac (1982) o Les Halles de París (1975).